Las comunidades rurales de Guatemala, castigadas desde hace décadas por la pobreza y en plena lucha frente al COVID-19, se vieron duramente golpeadas en noviembre de 2020 por el paso de los huracanes Eta y Iota. El lodo lo arrasó todo: viviendas, cultivos -especialmente de café y cardamomo-, escuelas e infraestructuras. Las fuertes lluvias afectaron con mayor virulencia a la zona occidental del país, a 300 kilómetros de la capital, uno de los departamentos más alejados y olvidados. Los departamentos de Huehuetenango y Quiché resultaron más afectados por las inundaciones, desbordamientos de ríos y deslizamientos de tierra.
La intervención de Farmamundi y las ONG locales ASECSA y FUNDEBASE ha dado asistencia a 785 hogares, en total 3.255 personas (2.355 mujeres y 1.570 hombres)
PEDRO CAMAJÁ
“Tanto el kit de alimentos como de salud viene a apoyar a las familias necesitadas para poder mantenerse en una época como la actual, donde los alimentos escasean”
Pedro es técnico en FUNDEBASE, ONG guatemalteca que trabaja con Farmamundi desde hace años. Denuncia el abandono que sufre gran parte de las zonas rurales. Están aisladas geográficamente, sin apenas infraestructuras que les conecten con las urbes y con los centros de salud y escuelas más próximos. Reconoce que los huracanes han empeorado más aún la situación de las familias, sin trabajo y alimentos, fruto de la crisis del COVID-19.
MARÍA CANTÓ
“Mi bebé apenas tenía ocho días cuando llegaron los fuertes aguaceros. Se inundó nuestra casa y la calle que pasaba por delante”
María tiene 43 años y vive junto a sus nueve hijos e hijas y su marido en la comunidad Xemanzana, en el municipio de Cunén. La tromba de agua les pilló por sorpresa, arrasando su casa, con alto riesgo de derrumbarse ya que era una construcción de adobe. Hacía pocos días había dado a luz a su último hijo. “Mi casa parecía una laguna. Ya no podíamos cruzar”. Han estado temporalmente alojados en la iglesia del municipio y actualmente tratan de reconstruir su vivienda.
PAULINA MARGARITA LUX
“He perdido a mi hijo y mi hermano. Mis padres pudieron escapar. Las piedras y el barro arrasaron la casa”
Con 21 años, Paulina, ama de casa, nunca olvidará el paso de las tormentas por su comunidad, los Trigales, en el municipio de Cunén. A causa de las inundaciones perdió a su hijo y a uno de sus hermanos, que murieron sepultados bajo el lodo. Los pequeños se encontraban en ese momento en la casa de los bisabuelos, que no pudieron hacer nada para evitar la tragedia. La salud de su madre, que padecía crisis nerviosas, desde entonces ha empeorado.