El 22 de mayo de 2021, la erupción del Nyiragongo, a 20 kilómetros de Goma, provocó la evacuación de medio millón de personas de la ciudad y la muerte de más de una treintena. Miles de ellas buscaron refugio en Sake, una localidad pequeña de 65.000 habitantes, situada a 27 kilómetros de la catástrofe.
El avance de la lava cortó carreteras, paralizó el aeropuerto y destrozó numerosas infraestructuras, campos de cultivo y viviendas. La precariedad de las condiciones de acogida y el hacinamiento dificultaron de acceso a los servicios básicos de saneamiento, agua potable, higiene, salud y alimentación. El cierre de varios centros de salud y los cortes de agua empeoraron la situación sanitaria de una zona ya de por sí amenazada por el cólera, la malaria o el sarampión.
La intervención de Farmamundi y la ONG local Programme de Promotion de Soins de Santé Primaire ha dado asistencia a 4.329 personas, 2.208 mujeres y niñas, y 2.121 hombres y niños
PASCAL THEMBO
“Las mujeres embarazadas han recibido un kit con un cubo, jabón, compresas lavables y ropa interior, para atender sus necesidades de salud”
Pascal coordina el proyecto de acceso a agua en Goma desde la ONG local Programme de Promotion de Soins de Santé Primaire con la que trabaja Farmamundi. La erupción del volcán llegó sin aviso, obligando a 400.000 personas a desplazarse de Goma a Sake. “El impacto fue terrible. Han aumentado las dificultades de acceso al agua y la incidencia de cólera, por el consumo de agua contaminada. Además, el hacinamiento complica la prevención del COVID-19”. Para paliar esta situación, han entregado bidones para el transporte y almacenamiento de agua que poder tratar, e intensificado las formaciones a líderes y lideresas de salud comunitaria en prevención de enfermedades y uso del agua.
FRANÇOISE RIZIKI
“Consumir agua no potable nos provoca enfermedades muy graves como el cólera, la diarrea o la fiebre tifoidea”
Françoise tiene 22 años y vive en Sake junto a su familia. Como existen pocos puntos de acceso a agua potable para toda la población que ahora reside allí, muchas veces recurre, como parte de su vecindario, al agua del río o el lago para poder beber. Zonas en las que la población también se asea, lava la ropa o sus vehículos. Los bidones de los que ahora disponen les ayudan a trasportar agua y conservarla en casa, tratándola posteriormente. «Las condiciones de vida aquí son muy complejas. En la comunidad reina el hambre. Apenas tenemos dinero para comida, mucho menos para medicamentos, jabón o mascarillas”.
MAMAN FRANCINE
“Todo este material nos ayudará, junto a las mascarillas, a frenar los contagios por beber agua contaminada y mantener la higiene frente al virus COVID-19”
Maman Francine es madre de dos hijos y vive en el barrio de Mayusa, en Sake. Fue en su centro de salud donde le dieron el bidón con el que ahora acude a sacar agua potable a los grifos habilitados. Antes, se desplazaba 2 kilómetros hasta el punto de acceso. Ahora solo tarda dos minutos. “Desde que se instalaron estos puntos de agua, los casos de cólera han disminuido mucho en la comunidad”. Además, por estar embarazada, ha recibido también un kit de higiene compuesto por un cubo con jabón, compresas lavables y ropa interior.