El 4 de agosto de 2020, la ciudad de Beirut fue golpeada por dos devastadoras explosiones que arrasaron la mayor parte del puerto de la capital del Líbano. La onda expansiva destruyó viviendas, comercios e instalaciones sanitarias en un radio de más de 10 kilómetros. El estruendo llegó a escucharse en Chipre, a más de 240 kilómetros.
El parón de la actividad económica, incluida la agricultura y la construcción debido al accidente en el puerto, unido al confinamiento por el COVID-19 y una grave crisis financiera desde 2019, ha empobrecido aún más a gran parte de la población libanesa.
La intervención de Farmamundi y la asociación local Mada ha dado asistencia a 350 familias de los barrios más pobres (1.750 personas, el 52% mujeres)
ROBERT KARIM
“Nos hemos visto obligados a pedir ayuda: necesitamos comida y medicamentos”
Robert está jubilado. Tiene 78 años y viven en el barrio Remeil, en Achrafieh, junto a su mujer y una de sus hijas. Su situación económica ha ido empeorando con los años y la explosión de 2020 les ha arrebatado lo poco que tenían: su casa, sus ahorros y la salud. “Mi mujer se lesionó la cadera y mi hija en el tobillo. Ahora vamos rehabilitando la casa con el poco dinero que nos quedaba”.
AYA KAZOUN
“Distribuimos cajas para 350 familias con productos frescos y no perecederos”
Aya tiene 21 años. Colabora en la asociación Mada, que trabaja con Farmamundi para garantizar la seguridad alimentaria en Beirut. Se encarga de servir comidas mediante la distribución de productos frescos de comercio local.
“Para mí, el mejor resultado de este proyecto ha sido la alianza que hemos tejido con asociaciones, restaurantes, empresas de catering y productores”.
ZEINA KHADRA
“Deseo que las cosas cambien pronto y podamos volver a trabajar, por el bien de nuestros hijos”
El marido de Zeina es peluquero, pero la explosión le obligó a cerrar el negocio. Con 40 años y una discapacidad por problemas en la columna vertebral y los pies, Zeina se ve incapaz de mantener a sus tres hijos. Está desbordada: “Así es como nos ganábamos la vida. Ahora no tengo otro plan”. Las cajas de comida que reciben les están ayudando a hacer frente a la alimentación de los pequeños, pero su situación sigue empeorando.